Una
mirada a la televisión nacional que compite por mostrar el sufrimiento de las
personas y la exhibición de la vida privada de la manera más sórdida de la
condición humana en su lámina del sexo, la violencia, la sensiblería y el humor
negro para generar la atracción de las audiencias.
El Perú no cambia. Una pena.
Los congresistas cada vez más torpes. Una lástima. Las líneas del Chosicano y
Orión cada instante más crueles y asesinos. Una tragedia. El aprofujimorismo
cada hora más reaccionario. Una vergüenza. Y así, regresa Gisela Valcárcel a la
televisión y no pasa nada. “Hemos vuelto
a la normalidad”, como hubiese dicho el poeta Martín Adán. Y Gisela hoy, es la
reserva moral de una televisión hedionda y mononeuronal. Por ello vuelve como
una señora, mejor, como una dama, mucho mejor, como una diva. Y su programa se
llama con ese ingenio tan suyo: ‘Gisela, el Gran Show’. Y su primera invitada,
a quien sentará en el sillón blanco, es otra dama o su hermana de leche, la
señora Viviana Rivas Plata. O sea, como dicen en el colegio Santa María, cosa
de cholos.
Sí, afirman los que saben
que cuando un periodista escribe sobre televisión es que ya está en las
últimas. No mi querida dama, al revés. Me sorprendo. Cuando Gisela emocionada
contaba en la conferencia de prensa que este encuentro con “la otra” se da por
primera vez, después de haberse separado de Roberto Martínez hace 17 años.
¿Roberto Martínez? ¿No estaba preso? Insisto, quiero ser cultural. Recupero la
interesante información de América Televisión: “En varias ocasiones se había
especulado que el exfutbolista había engañado a la “señito” con la modelo, seguramente
todos estos rumores se aclararán este sábado. Disculpe, utilizaré mi máscara
antigases y reproduzco a Gisela: “Este sábado mi primera invitada, después de
17 años de querer conocerla, es Viviana Rivas Plata, que además es una belleza
que estuvo casada con la persona con la que yo estuve casada, Roberto Martínez.
Luego invitaré a Nadine”. ¿Cómo?
TELEBASURA Y DEMOCRACIA
Dice el filósofo Gustavo
Bueno en su libro “Telebasura y democracia. Cada pueblo tiene la televisión que
se merece”. Punto de Lectura Madrid 2003: “La audiencia en la sociedad
democrática, es la que manda y la televisión basura tiene que obedecer a esta
demanda. Y no ya por razones éticas o morales, sino por razones de simple
supervivencia democrática. Lope de Vega, hombre de teatro, conocía las leyes
del mercado siglos antes de la televisión: “Si el vulgo es necio, es justo
hablarle en necio para darle gusto”. ¿Y los periodistas? Mi estimada lady, los
periodistas de renombre y reputados que
se pasan ‘al lado oscuro’ de la televisión lo hacen para dotarla de prestigio
ante la opinión pública y para confundir periodismo con espectáculo. Así se
conoce que la televisión paga a estos periodistas “sumas astronómicas con la
que compran su anémica deontología profesional.
Esta semana, el Colegio de
Periodistas de Lima (CPL) acordó iniciar –ya era tiempo, porque nadie dice
nada-- y ejecutar una campaña contra la denominada “Alto a la televisión
basura”. El CPL desde hace unos días ha
exhortaba a los canales de televisión a medirse en los contenidos,
sugiriéndoles que no se debía hacer televisión para generar consumidores, si no
ciudadanos. Vamos, la iniciativa vale pero hay que ser concretos. A la
televisión le duele en los bolsillos. Por ello el gremio de prensa también ha realizado un llamado a los
auspiciadores para que no sigan apoyando a dichos programas. Si un anunciador
se retira de un bodrio televisivo, seguro que reaccionan sus productores.
Sugiere mi amigo Alfonso Bermúdez que como parte de la campaña se apunten a la
línea de flotación; el financiamiento. Así, se promueva entre el público, la
abstención de comprar, consumir o utilizar los productos, bienes o servicios de
las empresas que auspician esa programación que hace tanto daño a la sociedad
al desnaturalizar valores y principios.
NOTICIEROS DE MUERTOS
Pero no solo es telebasura
programas “serios” como los de Gisela. Cuidado, los noticieros también cumplen
su tarea. Peor, y los programas de reportajes dominicales, también. Un ejemplo
esta semana es el programa América Noticia Primera Edición. Desde las 5 y 15 de
la mañana y hasta las 8 de la mañana –cuando mis sobrinos toman su desayuno
para irse al colegio—solo divulgaron información policial. Madres con sus hijos
muertos en clínicas de Lima, cadáveres encontrados en un casino de Breña,
anciana asesinada a golpes en Huánuco, escolar roba computadoras de su ex
colegio en Ventanilla, soldado muere “en extrañas circunstancias” en la playa
La Tiza, policía fue herido de bala tras resistirse al robo de su vehículo en
Barranco. Raro, este viernes no se sadiquearon con los niños violados por sus
padres.
Un ejemplo bien concreto
¿Quién construye la agenda de este esperpento morboso? Su Directora de Prensa es la amiga colombiana
Clara Elvira Ospina. ¿La culta conductora del programa de libros de “Tiempo de
leer” en Canal N? Sí, la misma. Ospina, cuando asumió la dirección de las tres
emisiones de noticias de América TV en el 2012 dijo en una entrevista para El
Tiempo de Colombia que su reto era el de meterse al Perú en la cabeza, de
aportar, aprender y adaptarse a la nueva vida: “Estoy obsesionada con los
medios peruanos, estudiándolos. Una cosa impresionante del mercado peruano es
la gran competencia. Hay cinco canales de TV abierta, tres de noticias de TV
cerrada y bastantes periodísticos, incluso los domingos por la mañana y por la
noche”. Se olvidó decir que todos estos noticieros también competían
morbosamente cada uno por lucir más muertos y violados.
DESPRECIO CULTURAL
En el Perú, que ya conoce
bien la señora Ospina, donde los niveles de lectura son muy bajos, el fracaso
escolar es muy alto y el desprecio público por la cultura resulta colosal, los
contenidos aberrantes de una televisión con una visión infrahumana, tiene
éxito. Así, la ignorancia ilustrada y el racismo visceral que muestran los
jóvenes en programas como “Esto es
guerra”, “Versus de colegios” es consecuencia natural del estercolero que
resulta el concepto que tienen los productores de nuestra televisión. Entonces
Laura Bozzo no ha muerto ni Magaly Medina está enterrada. Al contrario, la
telebasura de hogaño había empezado con el descomunal y tragicómico Augusto
Ferrando quien cada vez que encendemos el televisor regresa a la memoria
colectiva del país.
La industria cultural en el
Perú goza de salud económica y la sociedad del espectáculo rebosa plena de
prosperidad. En el Perú tienen éxito descomunal los programas de imitadores.
Nadie así es genuino. Todos copiamos y calcamos a otros, los artistas, los
asesinos. Aquí, sin embargo, se trafica con valores que denigran a las mujeres
como es el caso de La paisana Jacinta y La chola Chabuca. Esa es una imagen
cruel de las peruanas. Pero es patética y miserable la imagen de Florcita Polo
y su madre Susy Díaz. Y todo es natural y nadie dice nada. En este imperio de
lo grosero, prima esta estética de lo grotesco. Entonces regresa Gisela, “la
señito” y todos felices. Qué rico país. Escribe: Eloy Jáuregui (Diario16)
No hay comentarios:
Publicar un comentario